La primera clave del sanador, quien es un servidor, es atender, “to care”: cuidar. Atender y cuidar son exactamente lo mismo. Cuando yo te atiendo, te cuido, te abrazo, restauro tu ritual de desarrollo. Entonces soy el padre y la madre, el confesor, el amigo que tú necesitas. Te completo, me completas, nos completamos, en un proceso de intercambio sutil que nos hace más íntegros a los dos.

Intención es fuerza magnética, móvil, amor en movimiento interior. Es la fuerza del motivo que mueve la relación terapéutica. En este proceso, lo primero es la atención. La atención al otro nos lleva, por el olvido de nosotros, a experimentar la ausencia de resistencia, de tensión y de turbulencia interior. Cuando escuchamos de veras al otro, lo hacemos desde nuestro silencio, esa pausa interna en la que nuestra conciencia recibe la impresión de su necesidad. Es la impresión de una imagen total, que se convierte luego en una imagen terapéutica.

En la atención, centramos la conciencia. Con la intención le damos una dirección terapéutica.

La primera, la atención, es un movimiento del amor pues atender es cuidar, servir, amar, morir al universo externo para renacer en un universo interior.

La segunda, la intención, es un movimiento de la voluntad, que primitivamente es deseo y, en fases avanzadas, es buena voluntad y voluntad de bien. Con ella se da dirección, sentido y propósito a la corriente del amor. Cuando ambos, voluntad y amor, se unen a la inteligencia de una correcta relación, surge la comprensión. Y la comprensión es terapéutica pues es un amor con discernimiento, una capacidad de reconocer y dar respuesta a la necesidad del paciente. La comprensión amorosa es el mejor de los medicamentos.

En un código de lectura espiritual, nos reconocemos “desde adentro”, en pasado, en presente, en futuro, totales y sincrónicos. Como somos. Más allá de las máscaras, más allá del dolor, se revela la luz y el amor que se oculta en el símbolo del cuerpo.

Servir es el móvil que mueve todos los motivos, un anhelo genuino del alma que da al fuego de la relación su luz y su calor sanador. Del más puro motivo del corazón surge la in-tensión, una tensión interior creativa que canaliza y da dirección a la energía depositada en la atención.